03 julio 2013

NO DISCRIMINEMOS.

La mayoría de la gente no sabíamos quiénes eran los habitantes de Ruanda hasta que fue demasiado tarde y 800.000 de ellos ya habían perdido la vida. En estos momentos, el destino del pueblo birmano de los Rohingya pende de un hilo. Matones racistas han distribuido panfletos amenazando con acabar con esta minoría étnica. Algunos niños ya han sido asesinados a machetazos mientras se cometen crímenes de inaudita violencia. Todos los signos apuntan a un horror inminente, a menos que actuemos ahora.

Los genocidios suceden porque sólo nos preocupamos cuando el delito ya se ha cometido. Los Rohingya son un pueblo pacífico que vive en la pobreza. Les odian porque su piel es más oscura y porque temen que les arrebaten los puestos de trabajo. Son 800.000, pero podrían desaparecer si no actuamos ahora. Ya le hemos fallado a demasiados pueblos en el pasado. No repitamos este error con los Rohingya.

El presidente birmano Thein Sein tiene el poder y los recursos para proteger a los Rohingya, lo único que tiene que hacer es dar la orden de que se haga. Dentro de pocos días, visitará Europa para promocionar las recientes reformas y apertura comercial de su país. Si conseguimos que los líderes europeos le reciban exigiéndole la protección de los Rohingya, es posible que acceda. Consigamos 1 millón de voces y empapelemos con imágenes de lo que está ocurriendo en Birmania los alrededores de los edificios donde va a reunirse con altos dignatarios de la Unión Europea:

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