24 agosto 2010
Magia e Historia. Chiapa de Corzo.
Los chiapanecas eran particularmente agresivos. Su poderío
militar era tal que se duda que alguna vez fueran conquistados por los
aztecas.
Se cuenta que la importante población de los chiapanecas se
acabó, no porque los conquistadores la hubiese sometido, sino por Ia decisión
propia de quitarse Ia vida antes que aceptar Ia dominación. Inútilmente, Luis
Marín sometió Nandalumí (Pueblo grande) en 1524, pues pronto sus pobladores
volvieron a sus viejas costumbres. En 1528, sabedores de la fiereza de los
indios, los españoles, al mando de Diego de Mazariegos, iban muy bien armados y
con el apoyo de los pueblos vecinos, llegaron hasta el Peñón de Tepechtía, en el
cañón deI Sumidero, donde, se dice, se libró Ia última batalla contra los
valientes indios.
Al verse cercados por el enemigo, familias enteras de
chiapanecas se arrojaron al precipicio; las aguas del río se tiñeron de rojo.
Conmovido ante el hecho, el capitán español cesó el combate. Con los
sobrevivientes surgieron las primeras encomiendas y en las orillas del río fue
fundado un nuevo pueblo: Villarreal de los indios, la Chiapa de los indios:
Chiapa de Corzo, que con la Chiapa de los españoles: San Cristóbal de las Casas,
dieron nombre al estado. Realidad o ficción, para los chiapanecos, la leyenda
del Sumidero es un símbolo de Ia Iucha por Ia ansiada Iibertad.
Otra
Ieyenda enraizada profundamente en el sentir de Ios chiapacorceños es Ia que
recuerda Ios infaustos días en que, en medio de Ia sequía y el hambre, Ios
Iugareños recibieron a una distinguida viajera.
La dama expuso a Ios
habitantes deI pueblo el motivo de su viaje: su hijo padecía un extraño mal que
Ie impedía mover Ias piernas. Había recurrido a Ios médicos más reconocidos, sin
que brebajes ni sangrías lograran recuperarlo, de ahí que ella decidió visitar
varios lugares remotos en busca deI remedio "para el chico". Cuando le hablaron
de los curanderos de Chiapa decidió consultarlos. AI poco tiempo apareció el de
Namandiyuguá (Cerro brujo), quien después de examinar aI joven, le recetó
pócimas de hierbas y ordenó que se llevara al chico a los baños de Cumbujujú
("lugar donde abunda el jabalí") para completar el tratamiento.
La madre
acudió aI lugar, cerca deI pueblo y poco después, como de milagro, el joven
empezó a recobrar Ia movilidad en las piernas.
Agradecida, la mujer, que
se llamaba doña María de Angulo, mandó traer desde tierras distantes ganado y
grandes cantidades de cereaIes para paliar Ia crisis en Chiapa. Ordenó que se
destazara cada día una vaca en Ia plaza y repartió canastas con víveres entre la
población.
En el mes de enero, el día de San Sebastián, doña Maria mandó
sacar a su hijo en andas y desnudo -como el santo-, para que no volvieran Ias
penurias aI pueblo. Más tarde, ambos regresaron a su país; Ia situación había
cambiado, la naturaIeza pródiga se manifestó nuevamente, los lugareños
relacionaron Ia abundancia con Ia petición hecha por la mujer y su hijo aI
santo. Con Ia llegada de un nuevo año, los nativos recordaron la visita con la
representación de una muchacha y un joven vestidos como los personajes paseando
por Ias calles, rodeados de sus "sirvientes", quienes repartieron comida
simbólicamente.
No hay datos que avalen la leyenda, los cronistas no Ia
mencionan; sin embargo, el relato-con variantes- se conserva en el recuerdo de
los chiapacorceños, y en Ias recopilaciones escritas que se han hecho en este
siglo. Pero Ia realidad es que sólo quedan como testigos el Cerro brujo, Ias
vertientes deI Cumbujuyú, cercanos a Chiapa de Corzo y Ia conmemoración de Ia
visita que tiene lugar todos los años, en el mes de enero durante Ias
festividades deI Señor de Esquipulas -herencia guatemalteca-, San Sebastián
mártir y San Antonio Abad, Ias "chuntás", "Ios parachicos" y Ias
representaciones de doña María de Angulo recorren Ias calles de Ia población en
una alegre celebración llena de tradición y colorido.
Los viajeros que
van a Ia fiesta, al llegar a Chiapa de Corzo, se encuentran con Ia plaza grande,
Ia fuente colonial, llamada por los lugareños Ia "pilota", construida con
ladrillo, en estilo mudéjar imitando Ia corona deI rey de Castilla y Aragón, y
cuya construcción iniciara fray Rodrigo de León en 1552.
Es también
famosa "Ia pochota", ceiba añosa, árbol ritual de los mayas que nunca falta en
Ias plazas de Ia región y Ia iglesia de Santo Domingo, erigida entre 1554 y
1576, también de estilo mudéjar, todos ellos mudos testigos de Ia historia de Ia
ciudad.
EI bullicio comienza el día 9 de enero, cuando Ias "chuntá",
jóvenes disfrazados de mujeres recorren Ias calles de Ia población con faldas
floreadas, con tocados y sombreros, maquillados o enmascarados, llevando
canastas llenas de banderas de papel, y bailando el movido Bayashando,
acompañado deI redoblar de los tambores. AI frente deI grupo vienen los
"abrecampo", que provocan la risa de los asistentes. Se dice que esta costumbre
tiene su origen en Ias mujeres que acompañaron a Ia señora de Angulo o bien que
es una celebración ligada a Ia época de Ias cosechas.
En día 13 se velan
Ias ramas que, adornadas con frutas y flores, se llevan en Ia madrugada deI día
14 al barrio de San Jacinto, al Señor de Esquipulas. Allí hay marimba, el cálido
aire se mezcla con el olor de la pólvora de los cuetes, los nanches y los
jocotes curtidos. El templo es un jardín florido pletórico de azucenas,
gladiolas, nubes, dalias, crisantemos, claveles, nardos y margaritas y de
“enramas "adornadas con papayas, sandías, guineos, piñas, guías de jocotes,
ramos de limas, cocos y pan de rosca. Los santos apenas si se notan entre las
flores y el humo del estoraque. En la comida comunal se sirve “cochito" con
arroz, chanfaina y tradicional tasajo con pepita.
El día 15, dedicado al
Cristo negro de Esquipulas, aparecen los “Parachicos". Es imprecisa la
explicación de su origen, hay quien dice que son representación de los
comerciantes que, engalanados, iban a la fiesta "para el chico", otros aseguran
que son los acompañantes y los mayordomos de Ia señora Angulo que repartían Ia
comida, o bien los patrones de cabellos rubios y capas de fiesta
Los
Parachicos lucen una montera de ixtle a manera de peluca, es Ia cabellera rubia,
además de una preciosa máscara -que imita Ias facciones del español-, con ojos
comprados o manufacturados por el artesano, con vidrio fundido sobre un molde y
decorado como una pupila.
Portan dos paliacates, uno que cubre Ia cabeza,
y el otro que se sujeta alrededor deI cuello con el fin de afianzar Ia
máscara.
Aseguradas en Ia cintura y sobre Ias piernas, los Parachicos
llevan unas chalinas de seda con flores bordadas, en chaquira y lentejuela,
sobre el pecho dos cintas entrecruzadas, en Ias manos un "chinchín" o sonaja de
hojalata. Un sarape de Saltillo (de Chiauhtempan, Tlaxcala) atravesado, completa
el atuendo.
Los Parachicos aparecen por todo el pueblo, van por Ias
banderas a San Gregorio, el templo de Ia loma, para bajarlas a Ia iglesia grande
y entre danza y música, patrón y prioste, llevan a San Antonio Abad a Ias
ermitas deI Consagrado y de San Antonabal. ¡Allí vienen Ios Parachicos! es el
grito que se oye por doquier.
Después deI canto deI Nambujó, que entonaba
el patrón en el atrio de Ia iglesia, aI ritmo de Ia guitarra, el tambor y Ia
flauta, gritan "Parachico me pediste, parachico te daré y aI compás deI
tamborcito, mi chinchín te sonaré", La fiesta continúa. Las muchachas, que
visten el precioso vestido de contado y bordado de tul de vuelos con flores
multicolores, llenan Ias calles y Ia plaza, llevan sus jícaras recubiertas de
maque, prestas a llenar de confeti a los asistentes.
Para el 20 de enero,
el mayordomo, que es quien hace el gasto, va a misa, lleva sarape, jícaras,
listones, bandas. Después deI rompimiento de Ia fiesta todo es importante, ser
marimbero o de Ia banda de música, llevar banderas, llegarse a Ia plaza, cerca
de Ia pochota, donde los niños suben y bajan en los caballitos, si bien los
novios prefieren Ia rueda de Ia fortuna y otros los jarros de barro con
trago.
Mientras tanto, deI templo grande han salido tres imágenes de San
Sebastián, dos se llevan a Ias ermitas y Ia tercera, grande, entre banderas,
precedida por cientos de Parachicos-ancianos, jóvenes y niños- se dirige a Ia
casa deI Prioste, a Ia Comida Grande.
Todos asisten, a veces hasta llega
el gobernador deI estado, Ia música no cesa mientras se come pepita con
tasajo.
EI día 21 en Ia noche tiene lugar un "combate naval", en Ias
márgenes deI río Grande. Los maestros pirotécnicos han dispuesto todo para Ia
fiesta nocturna, los artesanos coheteros pintan Ia noche con cascadas de luces
de colores y con matices luminosos el oscuro espejo deI Grijalva. También se
habla de que esta costumbre tiene antecedentes muy lejanos. En el siglo XVII,
Thomas Gage presenció un "combate" que relata en sus crónicas de viaje y que
luego se dejó de representar. Fue hasta 1906, cuando Aníbal Toledo, emocionado
por un documental de Ia guerra ruso- japonesa, propuso que se reviviera Ia vieja
costumbre del "combate".
EI 22 de enero es el día de los carros
alegóricos, entonces todos estrenan alguna prenda, los "parachicos", los
"abrecampos" y los "estandartes " rodean el carro de doña María de Angulo. Hay
concursos, bailes populares y torneos de equipos deportivos.
AI fin llega
el día 23, cuando tiene lugar Ia misa de despedida, los asistentes hacen valIa;
cuando lIega Ia imagen de San Sebastián, Ias "banderas" y los "parachicos"
irrumpen, lIegan al altar y resaltan entre Ia multitud con sus sarapes
multicolores y sus máscaras laqueadas al son de Ia música y Ias sonajas. De
pronto empiezan a bailar en silencio y se arrodillan, pero enseguida vuelven el
ruido y los vivas interminables.
Propios y extraños se hacen la promesa
de volver al año siguiente para conservar Ia tradición en Chiapa de Corzo, Ia
deI río Grande, el templo, la “pilona, la “pochota”, todo ese mundo mágico de
leyendas que es Chiapas.
Fuente: México en el Tiempo No. 12
abril-mayo 1996
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Pekas:
ResponderEliminarInteresante tambien tu blog. ¿Es cierto que la leyenda de Doña María de Angulo podría estar asociada con María Gestrudis Olaechea?. El historiador Sergio Nicolas Gutiérrez Cruz, parece encontrar una pista por ahi, en el libro "Casa, Crisol y Altar".
Saludos.
PD., Creo que no hay ningun inconveniente que tomes la fotos que vos necesites.
Gracias Fer, tomaré la de mis queridos lacandones, gracias por el dato, buscaré algo de ese historiador, ya que Chiapas está lleno de Magia e historia. Un beso.
ResponderEliminar